Pero poeta ven y dime,
con tus palabras tan bellas
pues quiero regalarle a ella
de tus liras, la más sublime.
Y entonces con gran prisa
el romancero elabora
con su pluma soñadora
e inspirado en tu sonrisa,
y… dice el trovador…
Niña si soñarla yo pudiera
fuera la más dulce quimera
para mi, un loco soñador,
que solo piensa en su amor
como una estrella lejana
a la que en forma pagana
idolatro por su belleza.
Qué pena que no alcanzan
mis palabras a convencerle,
por suerte!…
aun tengo mucho que decirle.
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